El desafío era cambiar dos espacios con uso diferenciado y un mismo sentido estético. Por una parte el Living Room, y por otra el Family Room, la estancia neurálgica de la vivienda familiar. Para ello, las arquitectas Adriana Arranz-Sobrini y Cristina Cháves Galán, acudieron a Studio Bañón con el fin de elegir las piezas, telas y terminaciones, ajustando las medidas para tener los muebles perfectos para el proyecto. “Su showroom de sofás y telas nos parece muy adecuado para abordar un proyecto de decoración y trabajar “a medida”. Nos ofrece mil posibilidades, no solo de mobiliario si no también papeles pintados” señala Adriana.